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OPINIÓN DE EL AÑO DE LA GUARIDA DE CHIKI FABREGAT

Empieza un nuevo año en el instituto Gloria Fuertes y Rai tiene superclaro que quiere apuntarse al club de fotografía. Por otro lado, Tea, su mejor amiga, está entusiasmada por el de escritura. Para desgracia de ambos, la falta de alumnos hace que tengan que unirse a regañadientes al grupo de teatro. Allí coincidirán con Aitor, un malote al que Rai no quiere ni mirar; con Lidia, la tía más borde del instituto; y con Yaiza, que nunca levanta la nariz de sus libros.

Son tan diferentes y tienen tan pocas ganas de colaborar que las tensiones entre ellos no tardarán en salir. Sin embargo, lo peor sucederá cuando un anónimo empiece a cebarse con cada uno de ellos en La Guarida, una red social creada por los alumnos del instituto, y no les quede más remedio que dejar a un lado sus diferencias y trabajar juntos.

 


Rai y Tea están un poco (bastante) frustrados porque han terminado apuntados a teatro, una actividad extraescolar que no les gusta nada.

Además, allí coinciden con Aitor (el chulo-malote-deportista del instituto), Lidia (la tía más borde que existe, la que siempre tiene respuestas hirientes para cada ocasión) y Yaiza (la estudiante modelo, la que siempre lleva los apuntes perfectos y sus «el examen me ha salido regular» significan que va a sacar mínimo un ocho).

No tienen nada en común, salvo que ninguno de los cinco parece ni mínimamente interesado en la actividad, por mucho que Jota, el profesor más guay del centro, trate por todos los medios de despertar en ellos el gusanillo de la actuación.

Así que, básicamente, cada uno va a su bola y las pocas veces que se dirigen la palabra es para lanzarse pullitas o dejar claro en voz alta que no piensan participar en ningún tipo de representación grupal.

Hasta que una foto de Tea aparece en La Guarida con un mensaje muy malintencionado.

La Guarida es una red social que unos antiguos alumnos del instituto crearon como proyecto de fin de curso, pero que después evolucionó en algo mucho más oscuro donde empezaron a correr rumores, cotilleos y ataques de manera libre, pues los autores se sienten protegidos por el anonimato que proporciona una pantalla y un nick.

«Ya se les olvidará.» «Surgirá otro tema y este pasará de moda.» Son algunas de las frases hechas a las que Rai y Tea recurrieron al principio para quitarle un poco de hierro al asunto.

Pero a nadie se le olvidó.

Porque el siguiente tema también afecta a uno de los miembros del club de teatro. Y el siguiente. Y el siguiente.

Así que no les queda más remedio que unirse para tratar de descubrir quién y con qué motivo ha decidido «divertirse» atacándolos preciosamente a ellos cinco.

Más que el misterio en sí, que lo pillé enseguida (aunque esto no me hizo, para nada, estar menos enganchada), lo más interesante para mí de esta novela han sido los personajes, poder ir conociéndolos despacio, poco a poco, a medida que ellos (y el narrador) se iban encontrando cómodos para mostrarse, para confiar en el lector y en sus propios compañeros, para por fin ser capaces de sacar todas esas cosas que ocultaban dentro. Creo que más allá de los temas que aborda, que son varios y muy importantes, El año de la Guarida es una novela de personajes, de descubrimiento personal, de crecimiento. Una de esas lecturas que, quieras o no, te hacen empatizar con los personajes y cogerles cariño. Porque es verdad que son muy diferentes entre sí, pero todos (o casi) tienen sus luces y sus sombras, llevan en sus mochilas las historias pasadas que los han convertido en quienes son en este momento, sus fortalezas, sus debilidades, sus miedos…

En cuanto a los temas, como digo, a lo largo de la narración aparecen varios a los que sigue resultando muy importante dar visibilidad. Por supuesto, el más obvio es la denuncia del ciberacoso, ese tipo de acoso escolar que en estos días salta fuera de las fronteras del centro educativo con más facilidad que nunca. No quiero hacer spoilers, pero me gusta que los chicos, en un momento determinado, sean capaces de pedir ayuda y encuentren a esa figura con la que contar para ello.

Además de esto, desde la experiencia de Rai, también podemos ver un poquito lo que supone tener que desplazarse utilizando una silla de ruedas, las dificultades no solo físicas de los entornos no adaptados que por desgracia todavía son muchos, sino también las mentales y los prejuicios que existen en torno a ella.

De nuevo, Chiki Fabregat nos muestra en esta novela la amistad como verdadera guarida, como ese lugar al que dirigirte cuando necesitas cobijo. Pinta el arte como vía de escape y cómo herramienta de búsqueda de uno mismo. Y nos habla de esperanza a través de las segundas oportunidades, a otros y a uno mismo.

La historia está narrada por Rai, después de que todo terminase. Por tanto, nos cuenta los sucesos en retrospectiva, lo que le permite añadir algunas reflexiones sobre lo que podrían haber hecho de manera diferente, sobre detalles que en el momento no les dio importancia y al contarlo se da cuenta de lo evidentes que eran, sobre nuevas lecturas que hace de ciertas cosas que dijeron o hicieron sus compañeros… Me ha gustado mucho este aspecto porque no solo aporta más agilidad todavía a la narración, sino que le da credibilidad, como que es un recurso que ayuda aún más a fortalecer esa idea de que el narrador realmente vivió lo que está contando.

El estilo de Chiki Fabregat en El año de la Guarida vuelve a ser ese que tanto adoro. Sencillo, muy ágil, lleno de sensibilidad y ternura. Cualquier cosa que diga sería repetirme con casi cualquier otra reseña que haya hecho antes de una novela de Chiki. Cerrar El año de la Guarida ha sido, otra vez, como recibir un abrazo de esos que te dejan claro que, tarde o temprano, todo va a ir bien.


Opinión de Inés Díaz Arriero

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