A través de sus ojos de niña, Patpro recorrerá tres períodos de la historia de su pueblo indígena, en el corazón de la selva brasileña. Perseguidos incansablemente, pero guiados por sus ritos ancestrales, su amor por la naturaleza y su lucha por preservar su libertad, los Krahô no dejan de inventar nuevas formas de resistencia.
The Buriti Flower (Crowrã) de Renée Nader Messora y João Salaviza es la segunda película que veo de estos dos cineastas brasileños. Mi primer acercamiento a su cine fue en el 2019 por “el canto“”.
Estos dos directores ven el cine de una manera única y maravillosa. Nunca antes me había acercado tanto a un lugar recóndito de la forma en la que lo hice y es que tanto Renée como João hacen magia con la cámara.
Por ejemplo, no es solo seguir a un pueblo indígena de Brasil en tres periodos distintos de su historia, también es entenderles, mirarles con respeto, es escucharles y sobre todo es respetarles.
Estos cineastas hacen que la cámara sea un miembro más de esta tribu, se camufle y salgan a la luz los verdaderos sentimientos, las verdaderas luchas internas y externas, etc.
Algo que me sedujo es que las mujeres en The Buriti Flower (Crowrã) son retratadas como las que no solo lloran, las que no solo se quedan en su casa, también son las que saben lo que ocurre en el exterior, las que se movilizan, las que alzan la voz.
Una película íntima y bonita que relata con gran acierto y naturalidad el ciclo de la vida, como es nacer o morir. También, nos acerca a los sueños y a las pesadillas, pero destacaría la manera en la que lo hace esta producción.
La noche como momentos en los que suceden las cosas, la noche y las alturas de los árboles como simbolismo para estas personas.
La tierra, el agua y el día como ese momento de renovación, de empezar desde cero. Aunque en la segunda etapa de la película la noche y el día se vuelven tan oscuras que duelen, porque sin medias tintas nos muestra la dictadura y lo que ocurrió con los nativos en Brasil.
La tercera parte ha sido mi favorita, porque ha tenido una forma preciosa de abrir los ojos, de empezar la narración con pequeñas dosis de esperanzas y voces que se alzan.
Ver Brasil desde una tribu indígena es la segunda vez que lo hago y como siempre me resulta evocador, me resulta desgarrador y triste.
Aunque, me encanta que Renée Nader Messora y João Salaviza les devuelvan su voz y algo de su dignidad perdida.
El paso del tiempo para los pueblos indígenas pesa como una losa y ahora tienen algo de altavoz, pero me imagino lo que pasaron con la dictadura y se me encoge el corazón, así que el cine cura heridas y da voz a quienes la tenían oculta.
Ese primer plano que vemos de los protagonistas, cada vez que hablan o piensan, es como si les viésemos el alma y en The Buriti Flower (Crowrã) es bonito, porque aunque es un pueblo entero el que habla, llora, narra… son personas concretas las que nos dejan entrar en esta comunidad.
No vais a ver el film típico con playas, sol y lugares simbólicos de Brasil. Este país es mucho más que turismo y hay que preservarlo.
Gracias a la 32 Internacional Mostra film de Dones.2 Internacional Mostra film de Dones.
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