Antuca, una joven nacida en una comunidad quechua de Cajamarca, regresa a su pueblo para asistir a una fiesta patronal. Ha pasado diez años fuera de su comunidad, desde que su madrina la embarcó hacia Lima con el fin de separarla de Artemio, el campesino que la amaba.
Gracias a la Mostra Internacional de Films de Dones Barcelona he podido conocer la película de María Barea.
Este festival siempre me ha acercado figuras increíbles de cineastas que desconocía y cuyas producciones nos muestran realidades ocultas, verdades que te golpean, una visión única y original de la sociedad, etc.
Con Antuca he viajado a Perú. Este país lo conozco demasiado bien, puesto que viví dos años en él y lo que la directora nos muestra, no me es indiferente.
Un road trip emocional y emocionante, pues conoceremos las raíces de un personaje tan enigmático como único y carismático.
Antuca es una mujer que ha pasado muchas penurias, pero también, se ha hecho fuerte y se ha creado a sí misma. Pero, hay veces que el corazón te hace zozobrar, pero no os diré nada más.
Eso no quita para que cuando viaje a Cajamarca, los fantasmas del pasado se apoderen de ella y nos enseñe todo lo que ha pasado.
Con una honestidad brutal y sin medias tintas, este film nos acerca al abismo que existe o a las dos realidades que hay no solo en Perú, también en otros lugares del mundo.
Nos asomamos a la comunidad Quechua y lo hacemos después de haber estado en Lima. Así que, impacta las grandes diferencias, pero al mismo tiempo, me encanta ver que son personas que aunque tienen poco, lo comparten e intentan ser felices. Muchas de esas personas, como Artemio, no se ven en otro lugar que Cajamarca.
Esta película escuece y duele, pero no solo por la violencia verbal y física, también, por ver como Antuca no se siente de Cajamarca ni de Lima, pero aun así, elige una gran ciudad donde es invisible en algunos momentos, en la que la tratan mal y la miran de una manera mala.
Me ha gustado la forma en la que María Barea une el pasado y el presente de la protagonista, como si fuese algo onírico. Como espectadora, pensaba ¿Estará soñando Antuca? Lo ha metido de manera orgánica y muy natural.
Me ha parecido una producción bucólica y maravillosa. Está plagada de detalles que pueden parecer insignificantes, pero cada planta que se nombra, cada técnica de tejer… dicen mucho más de lo que pensáis.
En la mayoría del film no hay diálogos, pero sí imágenes que hablan por sí solas, que cuentan cosas en silencio o con música.
La manera en la que comienza esta película y termina me parece genial. Es decir, es como si sé cerrase un círculo que se abrió hace tiempo, pero que como espectadora no tenía ni idea hasta que no vemos ese punto y final ¡Y qué imagen para poner ese punto y final! Creo que me estremecí totalmente. Porque vemos una casa en la inmensidad de una ciudad…
Sigo pensando en esta película, algunas imágenes todavía no se me han ido de la mente…
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