Opinión de La vida secreta de las hadas de Sofía Rhei y Ana Santos

¿Alguna vez te has preguntado cómo viven las hadas? ¿Cuál es su relación con los humanos? ¿Qué se ha contado sobre ellas a lo largo de los siglos?

Las hadas son seres fascinantes y misteriosos, y están más cerca de nosotros de lo que creemos. Este libro es una puerta de acceso a su mundo y una fuente de valiosa información sobre cómo encontrarlas y conectar con su energía protectora.

Descubrir los asombrosos secretos que envuelven a estas criaturas te ayudará a reconocer las señales de su presencia y a entender la relación tan especial que mantienen con los elementos naturales y los seres vivos. Una nueva y sugerente mirada que te hechizará a través de la magia de lo cotidiano.

Con La vida secreta de las hadas y La vida secreta de los fantasmas, Lunwerg pone en marcha Criaturas Extraordinarias, una preciosa nueva colección de libros ilustrados.

Hoy quiero hablaros del primero de ellos, La vida secreta de las hadas, que me ha parecido una lectura preciosa, evocadora y una delicia para cualquier lector interesado en las hadas o en los libros cuya lectura va mucho más allá de las letras.

 A través de los textos de Sofía Rhei y las ilustraciones de Ana Santos, cada doble página nos acerca a un momento, un lugar, un objeto, una sensación o una emoción en la que posiblemente están presentes las hadas o, al menos, nos encontramos más cerca de poder sentirlas a nuestro lado.

Mucho se ha escrito sobre las hadas, tanto en libros como a nivel audiovisual. Por eso una de mis cosas favoritas ha sido el enfoque tan original que autora e ilustradora (porque en la presentación nos explicaron que habían trabajado juntas en todo el proceso) le han dado a este volumen.

En La vida secreta de las hadas nos encontramos con estos seres feéricos vistos desde nuestro mundo a lo largo de la historia e incluso ahora mismo, mientras escribo esta reseña, sé que a lo mejor hay algún hada revoloteando entre la niebla que veo por la ventana. El punto de vista desde el que se cuenta cómo son estas criaturas es totalmente emocional, recurriendo a momentos de la vida cotidiana que son muy queridos por ellas, lugares con significado, sensaciones, estados de ánimo que las atraen o las asustan, e instantes especiales en los que dicen que es más probable sentir su presencia. Incluso nos dan consejos sobre cómo entrenarnos para dedicarnos a su observación, qué regalos podemos hacerlas o qué estado de ánimo debemos buscar para tener más posibilidades de experimentar un encuentro con ellas.

Los textos de Sofía Rhei están narrados con ternura y envueltos en un aura mística que deja la puerta abierta a que cada lectora los interprete al nivel que sienta que es el adecuado desde sus propias creencias y las emociones que le despierte cada una de las páginas.

Como digo, cada doble página evoca una emoción distinta, transportando al lector a momentos o lugares llenos de significado.

No me ha parecido un libro ilustrado al uso. En este caso, texto e ilustraciones van de la mano, uno retroalimenta al otro y viceversa, funcionando como un todo. Las ilustraciones de Ana Santos combinan varias técnicas, consiguiendo así que cada una (e incluso cada elemento dentro de una misma página) tenga un peso diferente o el nivel de corporeidad adecuado a lo que se está plasmando. Algunas de mis favoritas son la del Té de Roca, la chimenea o la doble página que muestra la relación de las hadas con los gatos, pero todas tienen algo especial y mágico.

La vida secreta de las hadas ha sido una lectura fascinante, emotiva, cálida y mágica. Sin ser yo, en principio, una superfan de las hadas, me atrapó desde la primera página y hasta la última. Cada página me emocionó con su belleza y me llegó tan dentro que ahora sonrío cuando me doy cuenta de que me encuentro en uno de esos momentos en los que, tal vez, hay algún hada cerca.

Un libro bello en todos los sentidos, para todos los públicos y perfecto para regalar (o autorregalarse) a quien deseé descubrir un poco más sobre la vida de estos seres tan especiales.

—Opinión de Inés Díaz Arriero—