El techo de cristal (Anne&Sylvia) narra una historia verídica. Las dos poetas norteamericanas Anne Sexton y Sylvia Plath se conocen durante un taller de escritura en 1959 y establecen una intensa relación que afectará para siempre sus vidas. Ambas se reúnen cada noche en el bar del Ritz y, entre Dry Martinis, conversan acerca de sus luchas cotidianas, de sus sueños, muchas veces relegados a los de los otros, de ellas mismas obligadas a vivir como seres menores, de la utilidad del matrimonio, de cómo equilibrar su vida como escritoras con su vida como madres y esposas, de cómo alcanzar el éxito siendo mujeres y de si tanto sacrificio merecía la pena.
El techo de cristal. Anne y Sylvia es una obra de teatro que cala mucho en el espectador y cuando sale de verla, aún está pensando en estas dos fantásticas escritoras y poetas.
Una historia en la que las dos protagonistas con sus respectivas formas de ser y mirar a la vida, demostrarán que no se valoraban, que ni siquiera sabían que valían tanto, sobre todo Sylvia, un personaje gris y taciturno que cuando está con Anne se transforma por completo.
Una trama que como un carrusel sube y baja, sobre todo va hacia delante y hacía detrás, como si estas dos autoras quisieran que mirásemos hasta en el fondo de su alma.
Con una puesta de escena sensacional y entre Drys Martinis en en Ritz y charlas sensatas por otro lado, nos encontramos ante dos espíritus libres pero incomprendidas, dos mujeres que desconocían que sus palabras serían importantes muchos siglos después, pero sobre todo, eran dos mujeres dañadas, que cuando estaban juntas era como si reseteasen su cerebro, eran ellas mismas y disfrutaban estando juntas.
Aunque es el personaje de Anne quien tira de la historia por su forma de ser tan arrolladora y directa, creo que Sylvia tiene muchos momentos sensacionales.
Y es que son como si fuesen el día y la noche y sobre el escenario el espectador lo sabe y se divierte al ver este contraste de personalidades, de poesías y de formas de ver el mundo, pero también se entristece viendo el sufrimiento de Sylvia, sobre todo.
Dudas, preguntas lanzadas al aire, luchas internas... Cecilia Geijo dirige una obra de teatro soberbia, con muchas risas pero que destilan tristeza.
Después de ver esta obra de teatro sentí mucha más curiosidad por las figuras de Anne Sexton y Sylvia Plath dos soñadoras a las que casi siempre las cortan las alas.
Me ha asombrado la naturalidad con la que se tratan y hablan de todo, ahora mismo muchas personas verían que son rivales y se pondrían las manos en la cabeza, porque no pueden tener una amistad tan real y natural, pero supongo que si estuviesen en este siglo y ahora mismo, a su vez pasarían de todo y de todos.
Pienso que ahora mismo, desde el cielo se estarán tomando un dry martini, para celebrar que El techo de cristal , es una maravilla y está llena de pequeños detalles que la hacen grande.
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