Espinete sí
existe. Así lo demuestra, el magnífico autor, director e
intérprete, Eduardo Aldán. El magnetismo de Eduardo, es capaz de
mantener al espectador con un marcado rictus de sonrisa en los labios
y, las manos preparadas para aplaudir cada palabra y cada frase
maravillosamente dicha durante la interpretación del genial actor de
origen vasco.
Eduardo demuestra
con maestría, el dominio que tiene tanto para la comedia, como para
el drama. El público, durante toda la representación, le sigue
embelesado; así como en alguna otra función, el espectador espera
con impaciencia que el final llegue pronto, con Espinete no existe,
ocurre todo lo contrario y, apetece que dure algo más de la hora y
media programada.
La función
rememora la infancia de los niños de la década de los años
ochenta, pero el público mayor, lo disfruta tanto o más que los de
esa generación y, por supuesto, las sorpresas están garantizadas en
este brillante espectáculo tan divertido como emocionante.
- Opinión escrita por Jaime Fernandez Palacios-
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