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Opinión de Querido Trópico de Ana Endara: el arte de entenderse en la fragilidad

Un jardín tropical se vuelve escenario para el encuentro de dos soledades que se acompañan por un tiempo: la de una mujer de clase alta a la que una demencia le está arrebatando todo lo que ha sido, y la de su cuidadora, una inmigrante sola y sin apoyo, separada del mundo por un terrible secreto
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Querido Trópico, de Ana Endara, es una conmovedora historia de dos mujeres increíbles que logran entenderse a través de un juego íntimo de miradas, de gestos que te pellizcan el alma y de conversaciones que parecen no ir a ningún lugar, pero que al mismo tiempo van creando un vínculo inamovible.
Paulina García y Jenny Nava logran crear un refugio emocional seguro donde la frágil mente de Mercedes se entrelaza con la misteriosa Ana María.
Creo que estos dos personajes heridos cada uno a su manera encuentran por fin calma y tranquilidad en los lugares más insospechados.
Un jardín que parece un oasis, en donde los sonidos parecen contar historias; un parque donde respirar aire y evadirse del peso de las paredes de la casa, y en donde poder ser ellas mismas sin ser juzgadas. Un espacio tan mundano como es el baño puede ser un espacio en el que descubrir miedos, secretos, y esas verdades dolorosas que solo se ven frente a un espejo.
El espejo de Ana María es Mercedes y ellas van creando su propia historia. Ana María, magistralmente interpretada por Jenny Nava, al principio parece moverse por el interés, pero hay un momento precioso en la película, en donde un simple gesto, como es una caricia, parece hacerla recordar algo o alguien de su pasado. 
No sabemos mucho del pasado de Ana María y la idea que empezamos a tener de ella es en esta nueva vida, pero es enternecedor la forma en la que ella se va abriendo a Mercedes. Puede ser que ella lo haga 
pensando: no va a recordar nada, no me va a volver a preguntar nada, pero creo que, lentamente, va mirando a Mercedes como una segunda madre.
Paulina García hipnotiza con su papel de Mercedes. Esas dualidades que vive y esa rabia que estalla y se desvanece nos muestran esa mente frágil que se va evaporando.

Es una película que, pese a ser de ritmo lento, no se hace pesada; al contrario, gracias a esta narrativa tranquila nos invita a reflexionar y pensar sobre cada escena de una manera pausada.
A lo largo de la producción nos encontramos con metáforas visuales que son desgarradoras y que cuentan muchas cosas. Una de ellas, sin desvelar nada, es la manera, en la que Ana María al principio de la película mira a través de los cristales de una puerta en silencio a Mercedes. Por el contrario, hay otra escena donde se cambian las tornas y es Mercedes la que, de soslayo, mira a través de ese cristal hacia donde se encuentra Ana María. 
Son estos pequeños detalles y otros los que hacen de querido Trópico una producción sutil e intimista.
Algunos personajes, como los de la hija de Mercedes (Jimena) y la otra trabajadora del hogar que acompaña a Mercedes y a Ana María, representan un enfoque más tenso, más pragmático y menos emocional, pero aun así; aportan otro punto de vista y otras miradas a la narrativa.
Jenny Nava y Paulina García realizan un duelo interpretativo que empieza siendo desigual, pero conforme va avanzando el metraje aprenden a bailar juntas de mil maneras posibles y a brillar al unísono y es pura magia.

Esta película me ha removido personalmente las entrañas, pues mi abuela tuvo demencia senil y algunos comportamientos que vi en la película de Mercedes me recordaron a ella. Pero, querido Trópico, no ha hecho que saliesen a la superficie recuerdos feos y malos. Lo que ha hecho esta película es hacer un bonito y crudo homenaje a la fragilidad de la memoria, a las personas que cuidan, de las personas que van perdiendo recuerdos y los dignifican. A su vez, me ha devuelto algunos bonitos recuerdos que tuve con mi abuela en su proceso de olvidar.
Ana Endara no busca hacernos sentir incómodas, busca abrir una ventana nueva para que aprendamos a mirar a la memoria de distinta manera y con diferentes ojos.
Es la primera película que veo de Panamá y me encantaría acercarme a este país de nuevo a través del séptimo arte.
Esta película ha sido un hallazgo luminoso, aunque la mente se nuble y en encima aparezcan nubarrones. Es un abrazo precioso a la memoria.



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