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Opinión de G E M A, una sesión espiritual musical dirigida por Juanfran García y Virginia Smith: secretos, música y emoción

Gema es médium y tiene tres secretos. Tres secretos que no ha contado nunca a nadie. Y esta noche ha decidido juntar a todos sus clientes para contárselos. Entre la ficción y la realidad, en Gema el público se verá inmerso en un espectáculo en el que la cuarta pared es erradicada y tomada por los fantasmas.

Una comedia con música en directo, con un humor efervescente pero atravesada también por el espectro del abandono.












GEMA, una sesión espiritual musical, estará en el Teatro Lara hasta el 15 de septiembre. Es una obra de la que conocemos el inicio, pero cuyo final es imprevisible. Empieza de una manera alocada y desastrosa, pero enseguida te das cuenta de qué forma parte de su encanto, de su magia, de su manera de sintonizar con el público. 
La belleza del caos del personaje de Gema atrapa al público en un torbellino de lucidez y flashbacks
El caos del personaje de GEMA resulta chispeante y su conexión con el público es un torbellino de lucidez que cautiva por su ingenio.
Delfina Braun nos regala una actuación brillante. Se mimetiza con cada uno de los personajes y de un lienzo en blanco es capaz de crear un universo enriquecedor de voces y protagonistas. Es un camaleón escénico que, con solo su mágica voz, acompañada de Juan Ignacio Donalicio, nos hipnotiza.

Es una comedia que enmascara a la perfección una gran tristeza. Es un drama que en los momentos más oscuros se convierte en luminosa. Juega maravillosamente con esa dualidad entre tristeza y alegría, o esperanza y desasosiego.
El texto tiene tantas capas y texturas que juega mucho con la interpretación que le des en el momento en el que le escuchas, y cuando sales de la obra y todo cobre sentido, comprendas el significado total.
Es bonito, o al menos para mí lo fue, la forma en la que Delfina juega con el tiempo. Puede parecer algo caótico, pero cuando se apaguen las luces hará que todo cobre sentido.
La esperanza es un ancla al que nos aferramos con fuerza. Es un vacío tremendo que nos engulle lentamente. La espera, aunque va unida a la esperanza, se contradice continuamente, pero en el texto está otra dualidad, crea una simbiosis perfecta.
Todo el público espera con ganas que la búsqueda de la protagonista de sus frutos y tengamos respuestas. También, esperamos con fe que en algún momento esta persona que busca con ahínco dé explicaciones, queremos escuchar su voz. 
De hecho, me preguntaba ¿cómo sería la voz de este personaje principal? (no desvelaré de quién se trata).

GEMA, una sesión espiritual musical me ha parecido un espectáculo muy original. Esta obra es como una fotografía que realizas con una cámara analógica. Tomas la instantánea, pero no sabes si ha salido bien o ha salido mal… Su belleza reside en esos recuerdos del pasado, esas reminiscencias de la niñez que regresan al presente para recordarnos que el pasado, lejos de ser un recuerdo estático, es una fuerza viva que modela quiénes somos y hacia el lugar al que vamos.
Los tres secretos de la protagonista son como mariposas revoloteando durante toda la obra. Son como murmullos o canciones que resuenan fuertemente.
Delfina Braun es una sirena que nos atrapa con su voz, y Juan Ignacio Donalicio nos deslumbra con sus dedos sobre el piano, que parecen volar entre las palabras.
A pesar de que la luz se apague y la obra termine, varias melodías acompañarán al espectador días después de que la última sintonía se apague.


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